Cuando, por fin, aprendí a quererme

Aprendí a quererme
en un viejo café
mientras tragaba a sorbos
mi dignidad recién batida...


Aprendí a quererme cuando mi primer novio me terminó porque le gustaba otra, otra que pensé que era mucho más que yo, hasta que entendí que nadie es más que nadie, simplemente és y entonces yo no era para él ni él era lo que quería para mi.

Aprendí a quererme después de haber visto muchas veces al que era 'mi novio' con otra...

Aprendí a quererme una mañana después de salir de la ducha destrozada porque, al que consideraba, 'el amor de mi vida' la noche anterior había decidido dejarme con las ilusiones intactas y recogiendo los pedazos de corazón roto que se habían esparcido por toda mi habitación cuando colgamos el teléfono.

Aprendí a quererme el día que un tipo me ofreció ser su 'amiga con beneficios' después de que me hizo sentir un millón de emociones por él, todo porque no podía dejar su tormentosa relación de cuatro años, atrás.

Aprendí a quererme un día lluvioso, mientras encerrada en mi cuarto entendí que merecía mucho más que lo ya recibido, que si tenía a alguien a mi lado iba a ser porque después de ese hombre estaba la pared. Entonces lo idealicé, lo pedí y esperé sin prisa a que llegara a mi vida... Y lo hizo, pero luego se fue.

Aprendí a quererme cuando decidí dejar de insistir, de persistir. Cuando me di cuenta que luchar contra la corriente es imposible. Aprendí a quererme cuando me di cuenta que a quien te quita o te estanca es mejor dejarlo volar.

Así fue, de a poquitos, paso a paso, fracaso tras fracaso, caída tras caída que entendí que el amor que podía brindarme otro no era ni la mitad del que yo podía darme. Si hoy está alguien y mañana falta no me va a importar porque me tengo a mi, y eso, es lo mejor que tengo.

Y todos los días aprendo a quererme más, porque me descubro, me reencuentro y me enfrento con ese yo tan obstinado que siempre se encarga de salir a la luz para demostrarme de qué estoy hecha y de lo que soy capaz de lograr.

Así que, lector, lectora, quiérase, aprenda a quererse, a conocerse y encuéntrese con usted mismo. Créame que eso sí es lo mejor que le puede pasar en la vida.

...Me descubrí los ojos
de las vendas.
Y me empapé con luz
de sus ventanas mías.
Me dejé de mirar por los que
"más me amaban",
para empezar a verme
y a quererme con mis ojos...
Para empezar a amarme con mis ojos.

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