Lo dejé todo en la cancha

No sé mucho de fútbol, y lo poco que he aprendido es que no gana el equipo con el mejor marcador, sino el que sus jugadores lo dieron todo, así la copa y el reconocimiento se lo lleve el otro. Pero de amor, de amor sé mucho más de lo que quisiera y menos de lo que me espera.

Sé que en el amor como en el fútbol hay que sudarlo (y no solo en la cama) sino durante la relación, como en los partidos. Y si, sudo la camiseta, pasó la pelota, amo jugar en equipo y prefiero siempre los goles que hagan feliz al otro a los que me hacen feliz solo a mi.

Aprendí a darlo todo por el todo, a entregarme sin medida y a amar con todo el corazón, nada a medias ni por mitad. Porque así el banco este lleno de suplentes, entiendo que el titular que mejor juega, por más que se retire a mitad del partido, deja la marca en la cancha. Y así voy, dejando la huella por donde quiera que vaya.

Pero hasta los mejores jugadores se cansan, necesitan salir del partido porque  el cuerpo no les da o la lesión fue tan fuerte que no aguantan un paso más. Y así somos, cuando el corazón ya no da más, cuando se cansa de perdonar, esperar y sufrir dice BASTA. Escúchalo, siéntelo y retírate con la camiseta puesta y la frente en alto, así te digan que no ha sido suficiente, así protesten y te obliguen a seguir jugando: cuando se acaban las ganas, la pasión y la entrega ya no hay vuelta atrás.

He ahí el dilema, cuando me canso, cuando decido abandonar el partido, cuando las tarjetas rojas se me agotan porque me las impongo sola. Cuando las situaciones me van alejando del cielo y me ponen en la tierra con los pies bien puestos.... cuando la magia se va aunque el corazón siga queriendo.

Y si, me canso, me empieza a estorbar la camiseta con la bandera del amor, con el escudo de la relación y con el color del entusiasmo.

Sé cuándo rendirme: Justo después de haber intentado un millón de veces empatar el marcador.  Así este lesionado el corazón y sienta que me falta el aire.

Y en este punto prefiero ir al camerino, encerrarme por un tiempo y recuperarme sola. Hasta que mis cenizas renacen, mi cuerpo se siente más liviano y mi corazón comienza a repararse solito. Esa es la mejor parte.

Aquí voy y aquí estoy. Dejé la camiseta en la cancha pero cuando escuché en mi corazón el pito final, después de haber jugado los dos tiempos lesionada.... creo que de eso se trata: de darlo todo hasta el final, así el otro te diga que eres quien pierde, créeme que has ganado un montón: Enseñanzas, jugadas, recuerdos y un montón de errores que con el tiempo se van convirtiendo en lecciones.

Abandona el partido hasta que hayas sudado y sufrido por querer cambiar el marcador, pero hazlo cuando el corazón te de el pitazo final.

Sé feliz jugando y cuando ya no lo seas es porque el partido, para ti, terminó.

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